lunes, 19 de marzo de 2012

EDITORIAL DIARIO EL TIEMPO

Nota de FLAPE:

De manera recurrente se habla de la mala calidad de la formación de los docentes en Colombia y se señala como una de las causas de la deficiente calidad de la educación. No se puede negar que el tema docente es central para la garantía plena del derecho a la educación de toda la población y que en los últimos años ha sido objeto de creciente interés por parte de organismos internacionales como UNESCO. Sin embargo, también hay que decir que, a pesar de este interés, el tema docente se sigue considerando de manera superficial y fragmentada por parte de los gobiernos y los críticos del magisterio y sus organizaciones.

El tema de la formación de docentes es un claro ejemplo de ello. Se culpa a los docentes de la mala calidad de la educación recibida por los estudiantes y se insiste en abordar el problema de manera aislada respecto de las demás dimensiones que constituyen la Cuestión Docente, tales como el trabajo y la profesión, el estatuto intelectual de los maestros, la organización y la participación, la gestión educativa y escolar; la participación en el diseño, la implementación, la evaluación y el seguimiento de las políticas educativas, para citar algnas de las más importantes. No se considera, por ejemplo, el impacto que han tenido para la educación en el país la existencia de dos estatutos docentes y la inexistencia de una ley estatutaria que garantice plenamente el derecho a la educación. El tema de los recortes a la financiación de la educación por la vía de los Actos Legislativos también se deja de lado para centrar la atención en una visión recortada y simple del tema de la formación.

Las acciones de formación se reducen a cursos regulares, diplomados formales y PDF´s dirigidos a los maestros en ejercicio, mientras la formación inicial es objeto de total desinterés o se asume en el marco de procesos de acreditación y certificacíón de la calidad más dirigidos a intervenir el mercado de oferta educativa que a resolver seriamente los problemas de la formación.

El caso de las Escuelas Normales Superiores y de las Facultades de Educación ilustra claramente esta situación. Las escuelas normales están amenazadas en razón de los condicionamientos de la acreditación y de las precarias condiciones en que desarrollan su labor. Las facultades de educación compiten en la parte baja de la tabla de ofertas educativas de nivel superior y su supervivencia depende de la posibilidad de autostenimiento que puedan generar, inclusive en las universidades oficiales.

Desde hace años se abandonó el tema de la necesidad de crear y fortalecer un Sistema Nacional de Formación Docente (SNFD) con total apoyo del Estado, en parte por la tendencia creciente fortalecer la privatización y la mercantilización de la educación, y en parte por el desprecio que la mayoría de los gobiernos ha tenido por la voz de los maestros y sus organizaciones gremiales. La inexistencia del SNFD es un síntoma revelador de la importancia concedida el tema por parte de las autoridades educativas.

La tendencia a poner en evidencia los problemas de la educación cada vez que se publican los resultados de las pruebas censales es otro de los síntomas del enfoque desde el cual se viene tratando el tema educativo en el país: un enfoque administrativista y gerencial, cíclico y repetitivo que deja de lado las acciones permanentes y estructurales que requiere la reforma del sistema educativo.

Para no ser desconsiderados y rescatar el sentido positivo que puedan tener manifestaciones como las del editorial que presentamos a continuación, destacamos que el tema haya sido objeto de una posición editorial distinta a la del registro de los disturbios estudiantiles o las marchas de maestros, y que llame la atención sobre lo que es, sin duda, el tema más importante que debe abordar la reforma educativa. La educación es un asunto público.

Orlando Pulido Chaves
Coordinador General
Foro Latinoamericano de Políticas Educativas (FLAPE)

Editorial: Los maestros del futuro

A los propios maestros les queda el desafío de la autocrítica  

Que la calidad de los profesores es uno de los factores que contribuyen a una mejor educación es una realidad que pocos hoy ponen en discusión. Junto con variables como el equipamiento de las escuelas, el número de estudiantes por salón y el entorno socioeconómico de la comunidad, entre muchas otras, el nivel de formación de los maestros influye en los contenidos que los más jóvenes reciben y en su capacidad de asimilarlos.

Por ese motivo, preocupan tanto los resultados de las Pruebas Saber Pro del año pasado, dados a conocer el jueves anterior por el Ministerio de Educación y el Icfes. Por varios años, los universitarios del país han venido presentando estas evaluaciones sobre ciertas competencias básicas antes de salir al mundo laboral. El Gobierno busca así medir la comprensión de lectura, el dominio del inglés, el razonamiento cuantitativo y la capacidad de expresar correctamente ideas por escrito de los próximos graduados.

En noviembre del 2011 les tocó el turno a cerca de 146.000 estudiantes, dentro de los cuales había 11.889 pertenecientes a programas de las ciencias de la educación. El panorama general de estos futuros maestros no es muy alentador. Sólo en el área de escritura el balance es positivo: 43 por ciento de ellos alcanzó niveles aceptables frente a un promedio nacional de 40 por ciento. En las tres restantes dimensiones, los educadores registraron los más precarios desempeños generales en comparación con el resto de programas universitarios.

Estas estadísticas no sólo reflejan vacíos en la actual preparación que ofrecen las licenciaturas sino que también activan alarmas ante el desempeño futuro de los profesionales. Si quienes están a cargo de enseñar a leer, escribir y contar no lo hacen bien, pocas esperanzas les quedan a las pequeñas mentes que deben formar. Lo más grave es que estas alertas no son nuevas y se vienen debatiendo desde hace tiempo.

Que los maestros se 'rajen' en estas evaluaciones oficiales no debe generar mayor sorpresa. El impartir la enseñanza primaria y secundaria no se cuenta entre las profesiones más apetecidas y atractivas para los bachilleres. Las razones para este prestigio tan bajo son múltiples y van desde la remuneración económica hasta el reconocimiento social. En cuanto al primer aspecto, los datos del Observatorio Laboral del Ministerio de Educación son contundentes. En el 2009, mientras el salario promedio de los universitarios recién graduados era de 1,3 millones de pesos al mes, el de los profesores está en un promedio de 935.000 pesos.

Frente al estatus del maestro, Colombia no es la única sociedad con ese reto. Un reciente informe de la OECD le recomienda a EE. UU. elevar el nivel de sus educadores como una de las estrategias para mejorar la calidad de su educación. Si bien la paga es un elemento fundamental en el prestigio de las profesiones, países líderes en este tema, como Finlandia y Singapur, han desplegado otros estímulos más ligados al liderazgo y la capacidad transformadora de la enseñanza. En Corea del Sur, los profesores son tratados de "constructores de la nación" por su papel en la generación del capital humano.

A los propios maestros les queda el desafío de la autocrítica. La politización del magisterio público en Colombia, un gremio que hoy tiene varios senadores, se interpone tradicionalmente a los esfuerzos para la evaluación y la medición de los docentes. Sin una responsabilidad directa y cuantificable de la enseñanza en las aulas es difícil diferenciar los buenos educadores de los malos y premiar a quienes desarrollan las mejores prácticas pedagógicas. Al final, solo queda la mediocridad. Como en las Saber del 2011.

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11380861
Publicación: eltiempo.com

Sección Editorial - opinión
Fecha de publicación: 19 de marzo de 2012,

2 comentarios:

  1. Lamentablemente, aquí en Perú adolecemos de los mismos males. Como una estrategia de asumir la problemática del docente con mayor integralidad -y mayor justicia- este gobierno, ha decidido crear una nueva Unidad de Desarrollo Magisterial en el Ministerio de Educación. Será conveniente compartir esta experiencia para juntos retomar algunos viejos caminos y explorar otros nuevos para arribar a un mejor puerto.

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  2. MARIA CLARA PLATA ADARME19 de marzo de 2012, 18:01

    El país carece de voluntad política para comprometerse con una educación que sea motor del desarrollo. En esa medida, el Plan Nacional de Desarrolo consagra mayores recursos para la guerra y la represión que para la formación de capital humano. No es posible una educación de calidad sin destinación de recursos, sin formación de docentes, sin compromiso de mejorar las plantas físicas y eliminar el hacinamiento en las aulas, etc.

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